
jueves, 9 de julio de 2009
Silencio a la japonesa

lunes, 29 de junio de 2009
Confesión y excusa
Incansablemente, día tras día, folio a folio, reúno mis memorias reales y ficticias, me cuesta sobremanera discernir las unas de las otras, me levanto de la silla, escucho algo de música, leo el periódico, y el libro toma otro rumbo, voy hacia Córdoba, cuatrocientos kilómetros dándole vueltas a la vida, a la novela, a la estructura, al final, a la trama, me pierdo en este derrumbe de sentidos urdidos de deseo, y la desgana aparca el libro. Salgo de mí. Me siento en otra silla fuera de mí, uno que escribe y otro que observa. No sé lo que escribe esa persona. Intuyo, por lo que tarda en avanzar en la línea, que se ha desconcentrado. Ahora enciende un cigarro. Gestos en torno al humo. Una ligera tos. La tecla de borrado gana terreno a la frase. Varios minutos mirando a la pantalla, intercalando reojos a la ventana. La tarde cae en tonos violetas, azules y blancos. Algún gris. El frío entra en la habitación aunque esté cerrada a cal y canto. Estoy abrigado, pero la quietud enfría el ambiente. Apaga el cigarro. Se levanta y sale de la habitación. Vuelve hacia el ordenador con una idea vaga que intenta plasmar pero no mueve ni un solo dedo sobre el teclado. El cursor parpadea, se da cuenta, nos damos cuenta, enseguida con esa idea escribe tres puntos suspensivos…perdón por la ausencia
lunes, 15 de junio de 2009
Reencuentro
Recién llegado a casa de un viaje de varias semanas o varios meses cuesta reconocer al primer contacto visual a la persona que dejaste esperando noticias tuyas. No hay tiempo de dar explicaciones a lo inmediatamente visible: el límite del amor está en el campo sensorial compartido y momentáneo y fuera de él no hay nada. Ambos habéis crecido por vuestro lado durante este tiempo, habéis seguido distintos ayunos y actividades y fundamentalmente habéis estado sometidos a distintas presiones vitales. El encuentro está presidido por unos nervios incontrolables que se sueltan en una primera palabra, en un primer abrazo que hoy no recuerdas, probablemente un hombre y una mujer desconocidos que intercambian un cómo estás o un he pensado mucho en ti. La complicidad puede quedar almacenada en esa vida paralela que decidiste no acompañar con tu cuerpo. Te cuesta articular palabra y aún más explicarle que para ti ya no es la misma persona, es una versión corregida de su yo tuyo anterior, ahora para ella y sus necesidades, y no para ti. Es recíproco el interés por establecer comparativas entre el antes y el después, su pelo ha cambiado y sus cejas y el entorno de su cara, ahora más definido y maduro, pero vivirlo en primera persona es aterrador, es terrible la noche previa, el camino hacia el lugar de reencuentro, cuando no se puede escapar a la cita con esa muerte anunciada. La vida se puede compartir o no, a veces se elige la soledad por necesidad o por capricho, cuando despertamos o cuando dormimos lo decidimos, y no sin cierta duda: la inexorable lección de que solo nos tendremos a nosotros mismos frente al espejo.
jueves, 11 de junio de 2009
Pudor
Solo hay un lugar en el mundo, las farmacias, donde pronuncio la palabra preservativo en lugar de condón, es por pudor sí y por mantener, no sé yo qué distancias aledañas al mostrador con el farmacéutico o los mancebos. A veces no digo ni preservativo sino déme usted una caja de 50 de tal marca o de cual para obviar tales palabras. Es ridículo, con esos parámetros parezco una especie de Jowie, el de friends, pero ya no sé si era verdad o no. Bueno, a lo que iba, como decía el sicólogo o el poeta “la verdad intrínseca del ser o de la realidad está en lo que no se dice, en lo que se esconde”, y más aún si es consciente. Ahí tenemos los ministerios de defensa, las parejas sentimentales, o se murió de una larga enfermedad que esconden ministerios de la guerra, novios y cánceres, puras convenciones ligüísticas y enredaderas, asentadas en la realidad como en mí el preservativo, palabras-mentira que esconden miedos y fingimientos varios. Psicoanalizándome he llegado a la conclusión de que aquel guante de latex que se quedó pegado a mis manos por culpa del superglú cuando no era más que un pequeño efebo ha causado más estragos en mi vida que haber repetido tercero de BUP y COU, el escenario al que me enfrenté intentando escribir versos lo corroboró en poemas cerrados y oscuros, hasta estos días en los que intento contar en mi blog, ya lo hicieron mis poemas, lo que esconden las palabras y la realidad, en lugar de esconderlas en ellas, algo que no me da mucho pudor, la verdad. Por esto, por dar un paso más, la próxima vez que vaya a la farmacia enarbolaré la palabra condón aunque solo sea por ir en contra del papa y superar al fin el trauma… aunque me cueste pudor y lágrimas.
martes, 9 de junio de 2009
Llegar al propio país

martes, 2 de junio de 2009
Palabra de fútbol

martes, 26 de mayo de 2009
Desconfianza ciega

miércoles, 20 de mayo de 2009
Conversación robada 2
-¿... cuánto?
-Menos de un tercio. Lo veo menos de una tercera parte de lo que lo veía antes y es por tí.
Las rastas de ambos se desenmarañaron. Transcurrido un tiempo, dos, tres, cuatro metros, llegaron a la puerta. Él no se la sostuvo, dispuesto a salir sólo a la calle. ¿Cuánto?, volvió a repetirse para sus adentros. -No se pueden medir los sentimientos...- contestó ella. Por un instante, parecieron dos algas abandonadas y muertas en una playa.
-Menos de un tercio. Lo veo menos de una tercera parte de lo que lo veía antes y es por tí.
Las rastas de ambos se desenmarañaron. Transcurrido un tiempo, dos, tres, cuatro metros, llegaron a la puerta. Él no se la sostuvo, dispuesto a salir sólo a la calle. ¿Cuánto?, volvió a repetirse para sus adentros. -No se pueden medir los sentimientos...- contestó ella. Por un instante, parecieron dos algas abandonadas y muertas en una playa.
domingo, 17 de mayo de 2009
Su boca
Sus labios eran finos y elegantes, y cuando cerraba la boca correspondía cada milímetro de piel a una variación degradada del color rosa, desde afuera hacia adentro, desde las comisuras hacia la parte central, donde un minúsculo y turgente pliegue aupaba el tacto, tibio e inocente, a otra dimensión superior y menos tangible, el aura de su persona. Es el infinito, le dije, antes de besarla por primera vez. Se llamaba Elizabeth y tenía, también, sobre el labio superior, una herida cicatrizada de la varicela que muchas veces mordía, sobre todo cuando se ponía nerviosa, o estaba esperando o dormía.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Una de detectives

jueves, 7 de mayo de 2009
Minipisos

domingo, 3 de mayo de 2009
De puentes
Efectivamente los puentes están para cruzarlos, se tienden los puentes desde una orilla a otra, desde un monte a otro, desde una país a otro: la amistad y el mar están llenos de puentes. Desde su balcón, porque los puentes se levantan para admirar paisajes rotos por la erosión de los rios o antiguas glaciaciones, nos asomamos y permanecemos en ellos como gatos, mirando mitad adormilados hacia el frente, viendo como el sol cae antes de bajar el telón estrellado de otras dramatizaciones.
Pero los puentes tienen otras utilidades y circunstancias adheridas: sobre ellos, bajo ellos, y a través de ellos. Sobre los puentes de las autovías, estos menos paisajísticos, miles de aficionados domingueros comen pipas a la espera sonora de las motos gepés en su vuelta de Jerez. Caballos metálicos con uno o dos jinetes.
Otro lugar está debajo del puente, espacio residual donde se van a a vivir los sin techo o los con hipoteca acumulada. Duermen bajo ellos los nuevos cavérnicolas retratados en los periódicos.
Para finalizar, lo hacemos a través de los puentes. Hay una fobia, que nombra Roberto Bolaño en 2666, que es el miedo a cruzar los puentes, la gefidrofobia. Las personas los cruzan a toda prisa por miedo a que este se caiga, es más fácil creo yo, que te caiga una maceta en la crisma, pero bueno, para eso es una fobia. Unos y otros van con casco de seguridad, por si la catástrofe. Centuriones a la espera del cataclismo, avisados por algún Nostradamus.
Tanto los de arriba, como los de abajo, como los que lo atraviesan con o sin miedo, intentamos pasar lo mejor que podemos el domingo de puente vacacional.
lunes, 27 de abril de 2009
Pandemia de serie B
La ficción se ha nutrido desde el principio de los tiempos de las catástrofes más virulentas, exponiendo la debilidad humana ante la maldad. Libros como la Biblia se adelantaron dos mil años a las películas de sobremesa de Antena 3, creando un género de la desgracia de la población mundial. Películas como Spiderman o Superman justifican la existencia de Osama en la piel de Lex Lutor o el doctor Octopus. Otra película como 12 monos o libros como La peste o Ensayos sobre la ceguera, justifican la de la gripe del cerdo. Quizá tengan las claves para reaccionar ante estos supuestos malignos, quién sabe.
Lo peor de todo esto, aparte de que pueda ser un problema sanitario global, es la hipocondría que pueden llegar a alimentar, en la primavera que nos rodea, los ciudadanos que pasean a diario por nuestras ciudades con la boca tapada con esa telita azul o verde debido a los altos niveles de polen… Ay de Woody Allen si se encuentra con Michael Jackson.
domingo, 26 de abril de 2009
Época de curvas
Como en la salida de la gran mayoría de carreras de fórmula uno, en la que trozos de carbono vuelan despedazados por encima de los pilotos, provocado el estrago por la ansiedad de la posición correcta y el miedo a quedar tirado en la cuneta, el embudo del mercado laboral se cierra a primeras de cambio, en la primera curva, y los daños colaterales, los embargos, las seguridades sociales, el paro, tapan una de las primeras entradas a boxes: la huelga general. Las razones: no ha habido ningún agente social que la haya planteado o convocado. La segunda: los españoles, en la virtud de ser los europeos, junto a los irlandeses, mayormente asolados por la situación global estamos en otros menesteres. El piloto francés Bourdeais, iría a esa huelga; Alonso, probablemente por miedo a perder su puesto en la parrila de pole, no.
viernes, 24 de abril de 2009
Deporte nacional
El españolismo medio se caracteriza físicamente por, como diría mi padre, una chaparranería ( derivado del adjetivo achaparranado- de la forma de un chaparro) o landismo cercanas a la magnificencia que aporta un buen brote de pelo en el pecho masculino o ese frenazo capilar en las postrimerías de la mejilla femenina de la que hace gala, vengamos a poner por ejemplo, a la querida de otros, la Pantoja, la del caché por el papel cuché ( unas buena patillas la de esta mujer). Filosofando sobre estas lides estábamos yo y unos amigos, dentro de nuestro estadio olímpico, o sea la plaza de la Corredera, disfrutando de una larga, distendida y alegre tard
e de charla, y en su extensión de la fervorosa y apasionada afición de hablar del prójimo, o como dice mi madre (cerramos así mi mapa genético XY, de la tradición más oral del españolismo) haciendo trajes, creo que no muy a medida el matiz de la expresión, cuando advertimos que no practicábamos aquella tarde esa modalidad sucia de púgil barriobajero que arrastra del pelo por la espalda o araña en la cara sin avisar…, no. Sin darnos cuenta y haciendo un ejercicio perfecto en barra fija de sociología creativa fuimos inventando, ofreciendo, regalando vidas importantes, humildes a varias personas que no conocíamos, y que por matices aparentes a la vista, vestíamos de un oficio u otro, de un estado civil, de una personalidad concreta porque así nos lo parecía, tan subjetiva y libre esta modalidad como la otra. Todos y cada uno alrededor del café ejerciendo la opinión en el ágora con guante blanco, simple y llanamente, de forma constructiva. Porque la crítica, la que ejercemos y escuchamos a diario, la menos constructiva, merece una tarjeta roja, una sanción ejemplar, o no ser escuchada. Apaguemos, por ejemplo, la televisión, o leamos o callémonos…sí, eso, callémonos. Se está muy bien en silencio.

martes, 21 de abril de 2009
Boceto sobre una teoría estética del comienzo de la jornada laboral

Muchos van con el dedo metido en la nariz, créanme, acicalándose las fosas nasales, seguros en el anonimato de esta ciudad de tres millones de habitantes, otros acaban el peinado en los cristales, si se puede llamar cristal y si se puede llamar peinado, feos todos, ni un atisbo de belleza a estas horas y no nos importa, ninguna Hipsípila, ningún Jasón. Los guapos no son guapos, los feos se camuflan en la media, todos sin excepción en este madrugón imposible: hay una cosa clara, los domingos, por ejemplo en el rastro o en el retiro, de buena mañana, esa sensación desaparece y la piel reluce, y los alientos alientan a pensar en la belleza que un día no laborable desprende.
lunes, 13 de abril de 2009
Etiqueta de anís del mono

Pues resulta que ha saltado a la palestra esta última semana un debate muy significativo que pone en primera línea de discusión si un ministro debe o no tener estudios universitarios. Han sido dos los elegidos, uno con bachillerato (pero con la selectividad pasada y retirado del maratón del derecho) y otro metafísico, filósofo. Ahí va el órdago de opuestos, el segundo representando desde la tribuna la teoría expuesta del primer párrafo.
Como así somos los españoles hemos buscado, ahondado más en la falta, en la carencia, en la tara y puesto ante el juez al de la etiqueta de anís del mono, en lugar de dar más importancia a que un filósofo tenga bajo su brazo una cartera ministerial, diría yo que histórico, sin saber el dato. Platón debe estar llorando entre sus cenizas, para él sólo podían gobernar aquellos que conocen el bien y por lo tanto actúan bien, los filósofos, yo lo extendería también a los poetas.
Si un ministro debe o no tener estudios es una discusión harto estéril que yo no la sabría contestar, habrá muchos ejemplos, infinitos, que decanten la balanza al sí o al no, es necesario. Yo me quedo con el mío, mis padres. Ellos ocupan asiento, por edad, en el vagón de los de la etiqueta de anís del mono, hijos de la guerra lo llamo yo, y aunque no sea importante esto de los títulos, para ellos sí lo era, algo así como una perspectiva vital que sus cuatro hijos tuvieran título universitario, un seguro de vida, no una obsesión. Conseguido. Ellos mejor que nadie saben que gobernar un barco sin título universitario (económicamente hablando) es difícil. Es difícil ser presidente de la República independiente de tu casa, aunque con voluntad y mano izquierda todo es posible. ¿Habría dado cartera ministerial la mano derecha a un licenciado sin licenciatura?
martes, 7 de abril de 2009
sábado, 4 de abril de 2009
Política internacional

lunes, 30 de marzo de 2009
Redes sociales y poesía
Andaba navegando por la red ajeno a mi voluntad una tarde como otras de las que me gustaría pasar escribiendo un poema o avanzando en mi novela. Es complicado, me excuso, porque duermo seis horas o menos al día, trabajo de lector, que conlleva ocho horas de lectura, almuerzo tarde, sobre las cinco, por lo que la digestión se hace pesada, y mi autoobligación, casi obsesiva de escribir a la sobremesa, comienza con ánimo pero se diluye en distracciones culinarias, telefónicas o vista cansada. Aun así tengo buenas tardes.
Recientemente y después de varios meses recibiendo invitaciones para adherirme a facebook decidí inscribir mi perfil en la red social por antonomasia. Desde entonces no he dejado de encontrar páginas y más páginas realmente interesantes. De hecho, hoy mismo he encontrado http://criticadepoesia.blogspot.com/, un blog capitaneado por Addison de Witt, heterónimo “pentacéfalo” de cinco poetas anónimos, que contracritican la poesía que se critica en suplementos culturales de los periódicos de mayor difusión españoles. Y además de que han llegado a influir en la poesía y en los poetas, en vista de la cantidad de comentarios recibidos, de gran retórica expositiva y conocimientos poéticos, hacen autocrítica: creen que no lo han hecho bien, y en la valía o no del blog se centra el debate de su última entrada. Apuesto que entre las más de diez mil visitas mensuales que reciben, seguro está la página en la pestaña de favoritos de editores y críticos, muchos opinan lo contrario. Yo que he llegado el último así lo creo. Hacen falta lugares como estos, sin intereses económicos ni publicidad, movidos por la pasión y la objetividad, para la subjetividad está el establishment. Las personas se encuentran, se miran a los ojos y piensan si la sinceridad debe molestar o no. Alguien habrá por estas redes, acicalado bajo alguna máscara adulando a diestro y siniestro sin razones, no lo dudo. La poesía se aprende, aunque juegue en ella un gran papel la personalidad del poeta, y Addison de Witt a base de construir párrafo a párrafo críticas variadas en matices enseña lo que está en sus diez manos, bien o mal, eso depende, como en todas las esferas de la vida, del receptor.
Recientemente y después de varios meses recibiendo invitaciones para adherirme a facebook decidí inscribir mi perfil en la red social por antonomasia. Desde entonces no he dejado de encontrar páginas y más páginas realmente interesantes. De hecho, hoy mismo he encontrado http://criticadepoesia.blogspot.com/, un blog capitaneado por Addison de Witt, heterónimo “pentacéfalo” de cinco poetas anónimos, que contracritican la poesía que se critica en suplementos culturales de los periódicos de mayor difusión españoles. Y además de que han llegado a influir en la poesía y en los poetas, en vista de la cantidad de comentarios recibidos, de gran retórica expositiva y conocimientos poéticos, hacen autocrítica: creen que no lo han hecho bien, y en la valía o no del blog se centra el debate de su última entrada. Apuesto que entre las más de diez mil visitas mensuales que reciben, seguro está la página en la pestaña de favoritos de editores y críticos, muchos opinan lo contrario. Yo que he llegado el último así lo creo. Hacen falta lugares como estos, sin intereses económicos ni publicidad, movidos por la pasión y la objetividad, para la subjetividad está el establishment. Las personas se encuentran, se miran a los ojos y piensan si la sinceridad debe molestar o no. Alguien habrá por estas redes, acicalado bajo alguna máscara adulando a diestro y siniestro sin razones, no lo dudo. La poesía se aprende, aunque juegue en ella un gran papel la personalidad del poeta, y Addison de Witt a base de construir párrafo a párrafo críticas variadas en matices enseña lo que está en sus diez manos, bien o mal, eso depende, como en todas las esferas de la vida, del receptor.
martes, 24 de marzo de 2009
MICROCKRELATOS Jersey girl/ La chica del jersey
Como la humedad, que ocupa el largo y ancho del espacio que ocupa la ciudad, la música que salía del edificio de Alvarado st encharcaba más de un oído en el desorden de ruidos de Pomona, California. Así se siente Lucy cuando coloca un vinilo de Tom Waits sobre el giraplatos, confortablemente húmeda: sobresale por encima de la cresta de una ola sonora, en el otro extremo del país, Alaska.
Esa misma mañana una furgoneta aparcó frente al edificio. Dos hombres bajaron de ella, uno fumando, el otro mirando el reloj, parecían uno solo. Se adentraron en el portal y aparecieron en la calle algo crispados, debido a la acalorada discusión que aparentaban sostener. Desaparecieron tras la furgoneta y tras el espectro del calor y de la gasolina sobre el asfalto. De repente, desde una ventana de la fachada oeste del edificio un inquilino arrojó un bafle sobre la acera reventando en añicos la caja de reverberancia y el capó de un coche aparcado. A este le sucedieron varios estruendos de otros altavoces más contra el suelo.
Al otro lado del país Lucy empuña las mangas del jersey, lo retuerce cada ocasión que recuerda una promesa, una especie de peregrinación, viajar en autobús a California.
De los hombres que eran uno nunca más se supo. Ni se los relacionó con el acontecimiento de los altavoces. Solo los vi yo.
En Alvarado st cantan varias personas la llegada de su Mesías. Cantan como un palo de lluvia.
Esa misma mañana una furgoneta aparcó frente al edificio. Dos hombres bajaron de ella, uno fumando, el otro mirando el reloj, parecían uno solo. Se adentraron en el portal y aparecieron en la calle algo crispados, debido a la acalorada discusión que aparentaban sostener. Desaparecieron tras la furgoneta y tras el espectro del calor y de la gasolina sobre el asfalto. De repente, desde una ventana de la fachada oeste del edificio un inquilino arrojó un bafle sobre la acera reventando en añicos la caja de reverberancia y el capó de un coche aparcado. A este le sucedieron varios estruendos de otros altavoces más contra el suelo.
Al otro lado del país Lucy empuña las mangas del jersey, lo retuerce cada ocasión que recuerda una promesa, una especie de peregrinación, viajar en autobús a California.
De los hombres que eran uno nunca más se supo. Ni se los relacionó con el acontecimiento de los altavoces. Solo los vi yo.
En Alvarado st cantan varias personas la llegada de su Mesías. Cantan como un palo de lluvia.
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