lunes, 27 de abril de 2009

Pandemia de serie B

En las películas americanas y no tan americanas quien fuma es el malo, y los buenos lucen afeitados escrupulosos y músculos inflados. Steven Seagal, brazo armado de cemento, camisa ceñida al bíceps, luchaba contra esos malos malísimos, casposos, ceniza tendrían sobre los hombros, para salvar al mundo de las garras del imperio del mal: ataques terroristas y virus que ponían en peligro a la humanidad. En el año 2001, la realidad, con Bin Laden y la Torres Gemelas y hoy en 2009 con la gripe del cerdo, ha igualado esa ficción equilibrando las películas de serie B a las portadas de todos los periódicos del mundo. Palabras como protocolo, seguridad, cuarentena arrasan en las listas de las palabras con más sinónimos y gastadas, mientras, los malos seguimos fumando.
La ficción se ha nutrido desde el principio de los tiempos de las catástrofes más virulentas, exponiendo la debilidad humana ante la maldad. Libros como la Biblia se adelantaron dos mil años a las películas de sobremesa de Antena 3, creando un género de la desgracia de la población mundial. Películas como Spiderman o Superman justifican la existencia de Osama en la piel de Lex Lutor o el doctor Octopus. Otra película como 12 monos o libros como La peste o Ensayos sobre la ceguera, justifican la de la gripe del cerdo. Quizá tengan las claves para reaccionar ante estos supuestos malignos, quién sabe.
Lo peor de todo esto, aparte de que pueda ser un problema sanitario global, es la hipocondría que pueden llegar a alimentar, en la primavera que nos rodea, los ciudadanos que pasean a diario por nuestras ciudades con la boca tapada con esa telita azul o verde debido a los altos niveles de polen… Ay de Woody Allen si se encuentra con Michael Jackson.

domingo, 26 de abril de 2009

Época de curvas

Como en la salida de la gran mayoría de carreras de fórmula uno, en la que trozos de carbono vuelan despedazados por encima de los pilotos, provocado el estrago por la ansiedad de la posición correcta y el miedo a quedar tirado en la cuneta, el embudo del mercado laboral se cierra a primeras de cambio, en la primera curva, y los daños colaterales, los embargos, las seguridades sociales, el paro, tapan una de las primeras entradas a boxes: la huelga general. Las razones: no ha habido ningún agente social que la haya planteado o convocado. La segunda: los españoles, en la virtud de ser los europeos, junto a los irlandeses, mayormente asolados por la situación global estamos en otros menesteres. El piloto francés Bourdeais, iría a esa huelga; Alonso, probablemente por miedo a perder su puesto en la parrila de pole, no.

viernes, 24 de abril de 2009

Deporte nacional

El españolismo medio se caracteriza físicamente por, como diría mi padre, una chaparranería ( derivado del adjetivo achaparranado- de la forma de un chaparro) o landismo cercanas a la magnificencia que aporta un buen brote de pelo en el pecho masculino o ese frenazo capilar en las postrimerías de la mejilla femenina de la que hace gala, vengamos a poner por ejemplo, a la querida de otros, la Pantoja, la del caché por el papel cuché ( unas buena patillas la de esta mujer). Filosofando sobre estas lides estábamos yo y unos amigos, dentro de nuestro estadio olímpico, o sea la plaza de la Corredera, disfrutando de una larga, distendida y alegre tarde de charla, y en su extensión de la fervorosa y apasionada afición de hablar del prójimo, o como dice mi madre (cerramos así mi mapa genético XY, de la tradición más oral del españolismo) haciendo trajes, creo que no muy a medida el matiz de la expresión, cuando advertimos que no practicábamos aquella tarde esa modalidad sucia de púgil barriobajero que arrastra del pelo por la espalda o araña en la cara sin avisar…, no. Sin darnos cuenta y haciendo un ejercicio perfecto en barra fija de sociología creativa fuimos inventando, ofreciendo, regalando vidas importantes, humildes a varias personas que no conocíamos, y que por matices aparentes a la vista, vestíamos de un oficio u otro, de un estado civil, de una personalidad concreta porque así nos lo parecía, tan subjetiva y libre esta modalidad como la otra. Todos y cada uno alrededor del café ejerciendo la opinión en el ágora con guante blanco, simple y llanamente, de forma constructiva. Porque la crítica, la que ejercemos y escuchamos a diario, la menos constructiva, merece una tarjeta roja, una sanción ejemplar, o no ser escuchada. Apaguemos, por ejemplo, la televisión, o leamos o callémonos…sí, eso, callémonos. Se está muy bien en silencio.

martes, 21 de abril de 2009

Boceto sobre una teoría estética del comienzo de la jornada laboral

Quizá el marco de estudio no sea el más apropiado, ni tampoco las horas, un vagón de metro entre las 6.30 y las 7.00 horas de la mañana, pero para el título me sirve. Aunque sea mayor el número de los que duermen, los túneles del metro de Madrid están atestados de puntos en movimiento, que salen y entran, que van y que vienen hacia el trabajo. Mil colores extinguidos, mil legañas en los ojos, mil silencios. En Alonso Martínez me siento casi siempre. Leo y me fijo en sus caras, siempre lo haré, otros duermen como pueden, adoptando escorzos, en tensión, los cuellos, la próxima parada. Como un resorte se despiertan, parece increíble que dos segundos antes estuvieran en el limbo con los angelitos, abrazados a la almohada etérea de la barra metálica del vagón. Y nos miramos de pena que damos, seguros de que si fuéramos niños estaríamos pataleando y llorando desde hace rato, feos todos, ojerosos, desaliñados, pensando subrepticiamente son las seis y cuarenta y siete de la mañana, otro día más.
Muchos van con el dedo metido en la nariz, créanme, acicalándose las fosas nasales, seguros en el anonimato de esta ciudad de tres millones de habitantes, otros acaban el peinado en los cristales, si se puede llamar cristal y si se puede llamar peinado, feos todos, ni un atisbo de belleza a estas horas y no nos importa, ninguna Hipsípila, ningún Jasón. Los guapos no son guapos, los feos se camuflan en la media, todos sin excepción en este madrugón imposible: hay una cosa clara, los domingos, por ejemplo en el rastro o en el retiro, de buena mañana, esa sensación desaparece y la piel reluce, y los alientos alientan a pensar en la belleza que un día no laborable desprende.

lunes, 13 de abril de 2009

Etiqueta de anís del mono

Pasa que en la realidad brotan por pura comparecencia las cosas, así, como lo leen, antes no estaban y ahora sí, y pasa, que muchas de esas veces aparecen por pares de opuestos entidades de diversa índole. Pitágoras lo adelantó en su Dialéctica. En la misma línea, hay otras filosofías, éstas de personas más de andar por casa, que aseguran que los opuestos se atraen o, lo que es lo mismo, que se necesitan para existir, pura filosofía inconsciente y sedimentada con toda seguridad en la antigua Grecia, demos por hecha la herencia.
Pues resulta que ha saltado a la palestra esta última semana un debate muy significativo que pone en primera línea de discusión si un ministro debe o no tener estudios universitarios. Han sido dos los elegidos, uno con bachillerato (pero con la selectividad pasada y retirado del maratón del derecho) y otro metafísico, filósofo. Ahí va el órdago de opuestos, el segundo representando desde la tribuna la teoría expuesta del primer párrafo.
Como así somos los españoles hemos buscado, ahondado más en la falta, en la carencia, en la tara y puesto ante el juez al de la etiqueta de anís del mono, en lugar de dar más importancia a que un filósofo tenga bajo su brazo una cartera ministerial, diría yo que histórico, sin saber el dato. Platón debe estar llorando entre sus cenizas, para él sólo podían gobernar aquellos que conocen el bien y por lo tanto actúan bien, los filósofos, yo lo extendería también a los poetas.
Si un ministro debe o no tener estudios es una discusión harto estéril que yo no la sabría contestar, habrá muchos ejemplos, infinitos, que decanten la balanza al sí o al no, es necesario. Yo me quedo con el mío, mis padres. Ellos ocupan asiento, por edad, en el vagón de los de la etiqueta de anís del mono, hijos de la guerra lo llamo yo, y aunque no sea importante esto de los títulos, para ellos sí lo era, algo así como una perspectiva vital que sus cuatro hijos tuvieran título universitario, un seguro de vida, no una obsesión. Conseguido. Ellos mejor que nadie saben que gobernar un barco sin título universitario (económicamente hablando) es difícil. Es difícil ser presidente de la República independiente de tu casa, aunque con voluntad y mano izquierda todo es posible. ¿Habría dado cartera ministerial la mano derecha a un licenciado sin licenciatura?

martes, 7 de abril de 2009

Conversación robada


Pasean los nuevos novios por la calle Embajadores. Ella, diecisiete años, más experimentada para su edad, según dicen los expertos, la actitud y el cuerpo, toma la palabra.

-Mi padre se ha enterado de lo nuestro y quiere que le cuente. Dice que solo hablamos del tiempo.


sábado, 4 de abril de 2009

Política internacional

¡Ah, que bien!, una reunión del G-20 y España aunando voluntades y atando lazos, ¡si es que el diálogo y el talante son exportables!, y el chupa chups, y Fernando Torres, no te jode. Pero no sé todavía de dónde salen esas voluntades, esas concordias, si el señor del pesoe se enfrenta a todo servidor de su propia patria sin mostrar un ápice de inglés, francés, alemán, blandiendo su castellano de León, para ser exactos Tenemos un president so quiet, aparentemente retraído, tímido, lo dicen los gestos de sus manos, que por no saber qué hacer con ellas las muestra enredadas o abiertas a las lluvias, y silencios y largas miradas cuando se enfrenta a los sarkozys, obamas o los mérkeles, silencios y miradas incómodos desde mi sofá en la segunda edición del telediario. No dice ni mu, no más de un balbuceo; me gustaría escucharlo cuando les habla por lo bajini porque algo les debe decir claro, wan, chu, zri, para que los españoles veamos por el telediario que está allí para algo, que sabe hacer amigos sin traductor en el recreo, que está muy contento, como el señor del pepé en el rancho de Texas. Analogías aparte, el secreto, quizá, esté muy bien guardado y el idioma oficial de estas reuniones sea el español, como el catalán, analogías adentro, era cuando el señor del bigote del pepé se debatía entre bambalinas con los puyoles y los rocas. Secretos de reuniones superimportant para el nuevo orden mundial, jopé, qué cursilada.