lunes, 13 de abril de 2009

Etiqueta de anís del mono

Pasa que en la realidad brotan por pura comparecencia las cosas, así, como lo leen, antes no estaban y ahora sí, y pasa, que muchas de esas veces aparecen por pares de opuestos entidades de diversa índole. Pitágoras lo adelantó en su Dialéctica. En la misma línea, hay otras filosofías, éstas de personas más de andar por casa, que aseguran que los opuestos se atraen o, lo que es lo mismo, que se necesitan para existir, pura filosofía inconsciente y sedimentada con toda seguridad en la antigua Grecia, demos por hecha la herencia.
Pues resulta que ha saltado a la palestra esta última semana un debate muy significativo que pone en primera línea de discusión si un ministro debe o no tener estudios universitarios. Han sido dos los elegidos, uno con bachillerato (pero con la selectividad pasada y retirado del maratón del derecho) y otro metafísico, filósofo. Ahí va el órdago de opuestos, el segundo representando desde la tribuna la teoría expuesta del primer párrafo.
Como así somos los españoles hemos buscado, ahondado más en la falta, en la carencia, en la tara y puesto ante el juez al de la etiqueta de anís del mono, en lugar de dar más importancia a que un filósofo tenga bajo su brazo una cartera ministerial, diría yo que histórico, sin saber el dato. Platón debe estar llorando entre sus cenizas, para él sólo podían gobernar aquellos que conocen el bien y por lo tanto actúan bien, los filósofos, yo lo extendería también a los poetas.
Si un ministro debe o no tener estudios es una discusión harto estéril que yo no la sabría contestar, habrá muchos ejemplos, infinitos, que decanten la balanza al sí o al no, es necesario. Yo me quedo con el mío, mis padres. Ellos ocupan asiento, por edad, en el vagón de los de la etiqueta de anís del mono, hijos de la guerra lo llamo yo, y aunque no sea importante esto de los títulos, para ellos sí lo era, algo así como una perspectiva vital que sus cuatro hijos tuvieran título universitario, un seguro de vida, no una obsesión. Conseguido. Ellos mejor que nadie saben que gobernar un barco sin título universitario (económicamente hablando) es difícil. Es difícil ser presidente de la República independiente de tu casa, aunque con voluntad y mano izquierda todo es posible. ¿Habría dado cartera ministerial la mano derecha a un licenciado sin licenciatura?

1 comentario:

Anónimo dijo...

todos nuestros padres son auténticos ministros de vida sin estudios, me encanta el guiño a las personas y no a sus titulos. Cada vez me gusta más como escribes....