jueves, 9 de julio de 2009

Silencio a la japonesa

Tshhhhhh, por favor, déjenme dormir, pensar, leer, no ven que no se puede con tanto móvil sonando horriblemente, con tanta voz de cueva, con tanta saliva gratuita en los transportes públicos. Ring, ring, mira, fulanito, que se casó ayer mi hermana y la gomilla del calcetín de ejecutivo me hizo una hernia, es que para presumir hay que sufrir, ya sabes, qué te voy a contar, que iba de guapa la novia; o ring ring, sí, soy yo, ah! de Lechesfriting Consulting and Co, sí esperaba su llamada, el negocio, sí estamos trabajando en ello, la inversión de 10 millones de euros, perdona estoy en el metro, ahora hablamos…Y es por más motivos mi solicitud por el silencio, un silencio humanitario, infinitos tarros de silencio apoyados en las esquinas o en las mesas o cayendo de los grifos, el silencio de no escucharnos, el silencio de la música, de los gestos, del sueño…yo también hablo por teléfono en el tren, en el autobús, e intento hacerlo de la manera más eficaz posible, me tapo un oído, me enrosco, intento llegar únicamente al otro lado de la conexión, a veces imposible, a sabiendas de qué rayos le importa al de al lado mi cita con el dentista o el cumpleaños de mi madre, a lo mejor sí. Lo opuesto está en Japón, allí donde el idioma parece (es un sueño recurrente en mis sueños) una máquina fotográfica lanzando flashes a diestro y siniestro. Los japoneses tienen prohibido hablar por teléfono en los transportes públicos, y teclean y teclean sms-ideogramáticos sin parar, que habría que verlos, ni me los imagino, bueno a medias, preciosos. Sería más constructivo, sí, inventar una ley a la japonesa que obligara a escribir, ese sería un buen principio, aunque fuera en el móvil, ante tamaña afición que tenemos de contar los pedacitos de realidad al aparatito, a lo mejor esa sería la mejor motivación para escribir y dejar de hablar por el móvil, tshhhhh, un ratito, por ejemplo microrrelatos, o haikus; una idea: Ley de 9 de julio de 2009 para Escribir Haikus en el Móvil.

lunes, 29 de junio de 2009

Confesión y excusa

Incansablemente, día tras día, folio a folio, reúno mis memorias reales y ficticias, me cuesta sobremanera discernir las unas de las otras, me levanto de la silla, escucho algo de música, leo el periódico, y el libro toma otro rumbo, voy hacia Córdoba, cuatrocientos kilómetros dándole vueltas a la vida, a la novela, a la estructura, al final, a la trama, me pierdo en este derrumbe de sentidos urdidos de deseo, y la desgana aparca el libro. Salgo de mí. Me siento en otra silla fuera de mí, uno que escribe y otro que observa. No sé lo que escribe esa persona. Intuyo, por lo que tarda en avanzar en la línea, que se ha desconcentrado. Ahora enciende un cigarro. Gestos en torno al humo. Una ligera tos. La tecla de borrado gana terreno a la frase. Varios minutos mirando a la pantalla, intercalando reojos a la ventana. La tarde cae en tonos violetas, azules y blancos. Algún gris. El frío entra en la habitación aunque esté cerrada a cal y canto. Estoy abrigado, pero la quietud enfría el ambiente. Apaga el cigarro. Se levanta y sale de la habitación. Vuelve hacia el ordenador con una idea vaga que intenta plasmar pero no mueve ni un solo dedo sobre el teclado. El cursor parpadea, se da cuenta, nos damos cuenta, enseguida con esa idea escribe tres puntos suspensivos…perdón por la ausencia

lunes, 15 de junio de 2009

Reencuentro

Recién llegado a casa de un viaje de varias semanas o varios meses cuesta reconocer al primer contacto visual a la persona que dejaste esperando noticias tuyas. No hay tiempo de dar explicaciones a lo inmediatamente visible: el límite del amor está en el campo sensorial compartido y momentáneo y fuera de él no hay nada. Ambos habéis crecido por vuestro lado durante este tiempo, habéis seguido distintos ayunos y actividades y fundamentalmente habéis estado sometidos a distintas presiones vitales. El encuentro está presidido por unos nervios incontrolables que se sueltan en una primera palabra, en un primer abrazo que hoy no recuerdas, probablemente un hombre y una mujer desconocidos que intercambian un cómo estás o un he pensado mucho en ti. La complicidad puede quedar almacenada en esa vida paralela que decidiste no acompañar con tu cuerpo. Te cuesta articular palabra y aún más explicarle que para ti ya no es la misma persona, es una versión corregida de su yo tuyo anterior, ahora para ella y sus necesidades, y no para ti. Es recíproco el interés por establecer comparativas entre el antes y el después, su pelo ha cambiado y sus cejas y el entorno de su cara, ahora más definido y maduro, pero vivirlo en primera persona es aterrador, es terrible la noche previa, el camino hacia el lugar de reencuentro, cuando no se puede escapar a la cita con esa muerte anunciada. La vida se puede compartir o no, a veces se elige la soledad por necesidad o por capricho, cuando despertamos o cuando dormimos lo decidimos, y no sin cierta duda: la inexorable lección de que solo nos tendremos a nosotros mismos frente al espejo.

jueves, 11 de junio de 2009

Pudor

Solo hay un lugar en el mundo, las farmacias, donde pronuncio la palabra preservativo en lugar de condón, es por pudor sí y por mantener, no sé yo qué distancias aledañas al mostrador con el farmacéutico o los mancebos. A veces no digo ni preservativo sino déme usted una caja de 50 de tal marca o de cual para obviar tales palabras. Es ridículo, con esos parámetros parezco una especie de Jowie, el de friends, pero ya no sé si era verdad o no. Bueno, a lo que iba, como decía el sicólogo o el poeta “la verdad intrínseca del ser o de la realidad está en lo que no se dice, en lo que se esconde”, y más aún si es consciente. Ahí tenemos los ministerios de defensa, las parejas sentimentales, o se murió de una larga enfermedad que esconden ministerios de la guerra, novios y cánceres, puras convenciones ligüísticas y enredaderas, asentadas en la realidad como en mí el preservativo, palabras-mentira que esconden miedos y fingimientos varios. Psicoanalizándome he llegado a la conclusión de que aquel guante de latex que se quedó pegado a mis manos por culpa del superglú cuando no era más que un pequeño efebo ha causado más estragos en mi vida que haber repetido tercero de BUP y COU, el escenario al que me enfrenté intentando escribir versos lo corroboró en poemas cerrados y oscuros, hasta estos días en los que intento contar en mi blog, ya lo hicieron mis poemas, lo que esconden las palabras y la realidad, en lugar de esconderlas en ellas, algo que no me da mucho pudor, la verdad. Por esto, por dar un paso más, la próxima vez que vaya a la farmacia enarbolaré la palabra condón aunque solo sea por ir en contra del papa y superar al fin el trauma… aunque me cueste pudor y lágrimas.

martes, 9 de junio de 2009

Llegar al propio país

Existe un museo de la inmigración en Barcelona y por lo que veo en google uno de la emigración gallega en Buenos Aires, cada loco con su tema y con sus homenajes; cada día cierran sus puertas y se quedan en silencio, olvidando las razones económicas que las propiciaron, siempre el hambre, de lo que sea, maldita hambre. En el museo de Barcelona van a exponer próximamente y restaurados los trenes que llevaron a los primeros inmigrantes andaluces a Cataluña, me los imagino atestados de familias con lo puesto, cuidando de sus pertenencias, los pequeños ahorros de toda la vida, maletas abolladas y un desconocimiento enorme, sobre todo, insonorizado y en blanco y negro del futuro. Todos en el sur conocemos a alguien que iba allí, como si de todos los sures del mundo salieran trenes que crujen en lugar de llorar al pasar por estaciones de pueblo desvencijadas y lejanas, lo sabemos los del sur. Guardando las distancias hoy vuelve a pasar lo mismo, los trenes que antes tardaban veinticuatro horas en cruzar España ahora lo hacen en apenas cinco, las familias que antes abandonaban sus casas solo para volver a los entierros o algún verano, son ahora chicos de veintitantos huyendo de un paro endémico que obliga a seguir siendo niño o mileurista. Todas, absolutamente todas estas vidas llevan gasolina diesel en el depósito y la necesidad de realizarse como personas, lo que en casa se les negó. A lo mejor me equivoco, por pocos creo, pero se ve en las caras de lo inmigrantes, como yo, me siento extraño diciendo esto, en el autobús de los viernes, en el ave de los domingos, volviendo o partiendo de casa, de la verdadera casa, en silencio, la melancolía de aquellos que se dejaban algo hace cincuenta años, aunque aquellos se dejaran mucho más.

martes, 2 de junio de 2009

Palabra de fútbol

Hay goles dudosos, fantasmas, de esos que se quedan en el aire y que no alcanza ni la televisión, pero lo que demostró Andrés Iniesta, albaceteño de Fuentealbilla, dirigiéndose en catalán a un estadio hasta la bandera el día después de ganar la Champions, es de esos golazos imparables para la estirada de cualquier portero. Un albaceteño hablando catalán es una de las imágenes del Barça hoy en día. En el fútbol, como en todas las patrias, la palabra es parte fundamental, el continente donde confluyen muchos de sus lugares comunes. El idioma construye esa patria y cualquier patria, aparte de lo locuaces que estemos cada uno para construir la de nuestro propio cuerpo. Al deporte del balompié junto al balón y al gol han acompañado siempre grandes teóricos que han ensalzado esa parte no musculada entre portería y portería. Los archiconocidos “fútbol es fútbol” o “se juega mejor con diez” emanan ese tufillo poético a literatura épica y de tintes heroicos. El Barça del triplete también, he de reconocerlo, aunque no me escuchareis muchas veces más repetirlo. Lo que trae a colación este tema es el Real Madrid, por supuesto. Ya sabíamos lo de Valdano, y casi casi lo de Pellegrini, pero fue una sorpresa lo de Pardeza. Quien haya escuchado hablar a Jorge Valdano, se puede estar de acuerdo con él o no, pensar que es un pedante o no, convendrá conmigo en que afina, lo intenta como un ejercicio poético, en cada palabra, al explicar el fútbol como ningún otro futbolista o exfutbolista, a mí me gusta escucharlo como a cualquier otra persona que merezca la pena escuchar. Manuel Pellegrini, chileno como Neruda, menos conocido, es de esos, según leo en los periódicos deportivos, que apuesta por la comunicación con el jugador y que éste se comunique con el balón y sus compañeros, y que el balón vaya de pie en pie hasta la red. Ya lo escucharemos hablar más detenidamente. Pero lo de Miguel Pardeza parece insuperable. El “ratoncito” es licenciado en Filología Hispánica y como vimos en Córdoba en la pasada edición de Cosmopoética ejerce de conferenciante, vino a dar una charla sobre fútbol y literatura. Comunicación, palabras, poesía, fútbol, pueden ser tan de la misma familia como comunicación, palabras, poesía, amor. No sé si Florentino habrá basado su proyecto en el idioma castellano o si habrá leído a Gamoneda o a Bolaño, nunca se lo podré preguntar, pero con la omisión de los resultados parece que algo ha cambiado. Tendremos que esperar a que comience el partido. Y que gane el Madrid.

martes, 26 de mayo de 2009

Desconfianza ciega

La interpelación me la hago a mi mismo por lo de la desconfianza, por si encuentro la suficiente visibilidad cegadora que me haga arrepentirme, de esas y de otras debilidades de mi ser pequeñoburgués que piensa que todo es de escaparate, atrezo y filmografía, ahí es nada. Y es que más de un ejemplo en estos últimos días me ponen alerta sobre la ceguera de algunas personas ciegas que encuentro a mi paso, valga la redundancia, o la visión de otras presuntamente videntes que no lo son, al fin y al cabo es lo mismo, un engaño. Tras esas gafas interminablemente opacas, los ojos muertos o de cristal o de cocodrilo, he desenmascarado en más de una ocasión en esos rasgos que todos conocemos de los ojos marchitos, a presuntos ciegos sufriendo por la luz aunque no la sufran, mirando una mujer bonita aunque no la vean, parando en un semáforo en rojo de esos que todavía no tienen soniditos. Increíble pero cierto, aunque no les llegué a ver los ojos, hundidos en el pozo de sus cuencas, iban tan campantes, como si con ellos no fueran las dificultades de la vista, como a mí, por ejemplo, que achino los ojos por la miopía o las moscas-pelusas vagan por mi campo de visión. Madrid es así, cualquier persona no identificada aprovecha lo mínimo para beneficiarse, podría ser yo mismo con un bastón, arrastrándolo o con un perro lazarillo arrastrándome. Me inquieta, y lo he soñado repetidamente, que uno de esos ciegos me persiga, que coja un tren y esté allí, que intente despistarlo con un sprint en la próxima esquina y siga allí y que lo único que quiera es que yo vea por él, que le narre el mundo. Me aterra, y en el sueño se saca los ojos de las órbitas y los cambia por los mios para que la narración sea más artificiosa. -Para que veas-me dice antes de que despierte. Escalofríos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Conversación robada 2

-¿... cuánto?
-Menos de un tercio. Lo veo menos de una tercera parte de lo que lo veía antes y es por tí.
Las rastas de ambos se desenmarañaron. Transcurrido un tiempo, dos, tres, cuatro metros, llegaron a la puerta. Él no se la sostuvo, dispuesto a salir sólo a la calle. ¿Cuánto?, volvió a repetirse para sus adentros. -No se pueden medir los sentimientos...- contestó ella. Por un instante, parecieron dos algas abandonadas y muertas en una playa.

domingo, 17 de mayo de 2009

Su boca

Sus labios eran finos y elegantes, y cuando cerraba la boca correspondía cada milímetro de piel a una variación degradada del color rosa, desde afuera hacia adentro, desde las comisuras hacia la parte central, donde un minúsculo y turgente pliegue aupaba el tacto, tibio e inocente, a otra dimensión superior y menos tangible, el aura de su persona. Es el infinito, le dije, antes de besarla por primera vez. Se llamaba Elizabeth y tenía, también, sobre el labio superior, una herida cicatrizada de la varicela que muchas veces mordía, sobre todo cuando se ponía nerviosa, o estaba esperando o dormía.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Una de detectives

Sigo la pista. Por la tarde hago horas extras de detective privado, ora persigo, ora espío, ora tomo poses de cara a la galería, así, así. De tanto meterme en la piel de Carvalho, de Clouseau, de Gadget he adquirido, ante todo, desconfianza. Las turbulencias del calor sobre el aire, la refracción de la luz en el agua, el sol de frente o incluso un tapón de cerumen en el oído pueden desvirtuar la realidad y ofrecer indicios falsos. Por ejemplo, llegué a la cocacola y a la pepsi por el mismo camino, y a Rajoy y a Zapatero, y al Real Madrid y al Barça, las pruebas me indicaron que eran lo mismo, por lo menos en rasgos generales. Sigo la pista, y escucho una voz, me suena, es en inglés. Parece de Perogrullo, pero nunca, antes del trabajo de detective privado, me había parado a analizar que la gran mayoría de las voces que escuchamos por la radio o por la televisión aparte de las españolas o hispanoamericanas, o éstas traduciendo a las primeras, vienen de Estados Unidos. De Perogrullo también son quienes la enarbolan y usan: deportistas, políticos y artistas (todos pueden vivir bajo la etiqueta de artistas, perdón por los artistas). Uno de ellos, una voz, por encima de otras, por encima de la de Tom Cruise u Ophrah Wimphrey ha sobresalido sobre las olas sonoras. Sigo la pista. Su voz, repetida hasta la saciedad, ha colmado horas y horas de las parrillas televisivas y radiofónicas, y ha sido transcrita a los periódicos y a las banderas y las camisetas, y aún se sigue repitiendo…la hamburguesa. Parece que no, no, no, aunque me desmientan periodistas enamorados, él es guapo, es seductor, es convincente. Lo objetivamente detectivesco es que tiene una gran voz, la escucho, la escucho, y me parece la de Bush, la del pequeño, parece mentira, pero es una prueba irrefutable, y la otra es que Obama es presidente de los Estados Unidos, nada más y nada menos, con lo que todo eso conlleva para los demás, razón única por la que Miguel Marzo me ha contratado para que lo persiga.

jueves, 7 de mayo de 2009

Minipisos

Entré y ya lo había visto, un plis plas somero, parco, breve, frugal, no encuentro la palabra, diría por ejemplo para totalizar, pequeño, en palabras del casero, recogido, coqueto, independiente, y creí que había dicho pendientes, estaba por ahí pensando si podía meter el piano de isa, el ordenador, los libros, la bici… ¡pendientes, pendientes! ¿Encima me tengo que quitar los pendientes? –Sí-me dijo- es probable que te enganches en el gotelé, está un poco rudo y sobresale, quizá te quite un metro cuadrado a la superficie total construida. Sí, el casero había dicho pendientes, y que me los tenía que quitar en el caso que quisiera pasar al baño sin tener ningún accidente, y así poseer alquilados 20 metros cuadrados en lugar de 19. Por quinientos y pico euros.

domingo, 3 de mayo de 2009

De puentes

Efectivamente los puentes están para cruzarlos, se tienden los puentes desde una orilla a otra, desde un monte a otro, desde una país a otro: la amistad y el mar están llenos de puentes. Desde su balcón, porque los puentes se levantan para admirar paisajes rotos por la erosión de los rios o antiguas glaciaciones, nos asomamos y permanecemos en ellos como gatos, mirando mitad adormilados hacia el frente, viendo como el sol cae antes de bajar el telón estrellado de otras dramatizaciones.
Pero los puentes tienen otras utilidades y circunstancias adheridas: sobre ellos, bajo ellos, y a través de ellos. Sobre los puentes de las autovías, estos menos paisajísticos, miles de aficionados domingueros comen pipas a la espera sonora de las motos gepés en su vuelta de Jerez. Caballos metálicos con uno o dos jinetes.
Otro lugar está debajo del puente, espacio residual donde se van a a vivir los sin techo o los con hipoteca acumulada. Duermen bajo ellos los nuevos cavérnicolas retratados en los periódicos.
Para finalizar, lo hacemos a través de los puentes. Hay una fobia, que nombra Roberto Bolaño en 2666, que es el miedo a cruzar los puentes, la gefidrofobia. Las personas los cruzan a toda prisa por miedo a que este se caiga, es más fácil creo yo, que te caiga una maceta en la crisma, pero bueno, para eso es una fobia. Unos y otros van con casco de seguridad, por si la catástrofe. Centuriones a la espera del cataclismo, avisados por algún Nostradamus.

Tanto los de arriba, como los de abajo, como los que lo atraviesan con o sin miedo, intentamos pasar lo mejor que podemos el domingo de puente vacacional.

lunes, 27 de abril de 2009

Pandemia de serie B

En las películas americanas y no tan americanas quien fuma es el malo, y los buenos lucen afeitados escrupulosos y músculos inflados. Steven Seagal, brazo armado de cemento, camisa ceñida al bíceps, luchaba contra esos malos malísimos, casposos, ceniza tendrían sobre los hombros, para salvar al mundo de las garras del imperio del mal: ataques terroristas y virus que ponían en peligro a la humanidad. En el año 2001, la realidad, con Bin Laden y la Torres Gemelas y hoy en 2009 con la gripe del cerdo, ha igualado esa ficción equilibrando las películas de serie B a las portadas de todos los periódicos del mundo. Palabras como protocolo, seguridad, cuarentena arrasan en las listas de las palabras con más sinónimos y gastadas, mientras, los malos seguimos fumando.
La ficción se ha nutrido desde el principio de los tiempos de las catástrofes más virulentas, exponiendo la debilidad humana ante la maldad. Libros como la Biblia se adelantaron dos mil años a las películas de sobremesa de Antena 3, creando un género de la desgracia de la población mundial. Películas como Spiderman o Superman justifican la existencia de Osama en la piel de Lex Lutor o el doctor Octopus. Otra película como 12 monos o libros como La peste o Ensayos sobre la ceguera, justifican la de la gripe del cerdo. Quizá tengan las claves para reaccionar ante estos supuestos malignos, quién sabe.
Lo peor de todo esto, aparte de que pueda ser un problema sanitario global, es la hipocondría que pueden llegar a alimentar, en la primavera que nos rodea, los ciudadanos que pasean a diario por nuestras ciudades con la boca tapada con esa telita azul o verde debido a los altos niveles de polen… Ay de Woody Allen si se encuentra con Michael Jackson.

domingo, 26 de abril de 2009

Época de curvas

Como en la salida de la gran mayoría de carreras de fórmula uno, en la que trozos de carbono vuelan despedazados por encima de los pilotos, provocado el estrago por la ansiedad de la posición correcta y el miedo a quedar tirado en la cuneta, el embudo del mercado laboral se cierra a primeras de cambio, en la primera curva, y los daños colaterales, los embargos, las seguridades sociales, el paro, tapan una de las primeras entradas a boxes: la huelga general. Las razones: no ha habido ningún agente social que la haya planteado o convocado. La segunda: los españoles, en la virtud de ser los europeos, junto a los irlandeses, mayormente asolados por la situación global estamos en otros menesteres. El piloto francés Bourdeais, iría a esa huelga; Alonso, probablemente por miedo a perder su puesto en la parrila de pole, no.

viernes, 24 de abril de 2009

Deporte nacional

El españolismo medio se caracteriza físicamente por, como diría mi padre, una chaparranería ( derivado del adjetivo achaparranado- de la forma de un chaparro) o landismo cercanas a la magnificencia que aporta un buen brote de pelo en el pecho masculino o ese frenazo capilar en las postrimerías de la mejilla femenina de la que hace gala, vengamos a poner por ejemplo, a la querida de otros, la Pantoja, la del caché por el papel cuché ( unas buena patillas la de esta mujer). Filosofando sobre estas lides estábamos yo y unos amigos, dentro de nuestro estadio olímpico, o sea la plaza de la Corredera, disfrutando de una larga, distendida y alegre tarde de charla, y en su extensión de la fervorosa y apasionada afición de hablar del prójimo, o como dice mi madre (cerramos así mi mapa genético XY, de la tradición más oral del españolismo) haciendo trajes, creo que no muy a medida el matiz de la expresión, cuando advertimos que no practicábamos aquella tarde esa modalidad sucia de púgil barriobajero que arrastra del pelo por la espalda o araña en la cara sin avisar…, no. Sin darnos cuenta y haciendo un ejercicio perfecto en barra fija de sociología creativa fuimos inventando, ofreciendo, regalando vidas importantes, humildes a varias personas que no conocíamos, y que por matices aparentes a la vista, vestíamos de un oficio u otro, de un estado civil, de una personalidad concreta porque así nos lo parecía, tan subjetiva y libre esta modalidad como la otra. Todos y cada uno alrededor del café ejerciendo la opinión en el ágora con guante blanco, simple y llanamente, de forma constructiva. Porque la crítica, la que ejercemos y escuchamos a diario, la menos constructiva, merece una tarjeta roja, una sanción ejemplar, o no ser escuchada. Apaguemos, por ejemplo, la televisión, o leamos o callémonos…sí, eso, callémonos. Se está muy bien en silencio.

martes, 21 de abril de 2009

Boceto sobre una teoría estética del comienzo de la jornada laboral

Quizá el marco de estudio no sea el más apropiado, ni tampoco las horas, un vagón de metro entre las 6.30 y las 7.00 horas de la mañana, pero para el título me sirve. Aunque sea mayor el número de los que duermen, los túneles del metro de Madrid están atestados de puntos en movimiento, que salen y entran, que van y que vienen hacia el trabajo. Mil colores extinguidos, mil legañas en los ojos, mil silencios. En Alonso Martínez me siento casi siempre. Leo y me fijo en sus caras, siempre lo haré, otros duermen como pueden, adoptando escorzos, en tensión, los cuellos, la próxima parada. Como un resorte se despiertan, parece increíble que dos segundos antes estuvieran en el limbo con los angelitos, abrazados a la almohada etérea de la barra metálica del vagón. Y nos miramos de pena que damos, seguros de que si fuéramos niños estaríamos pataleando y llorando desde hace rato, feos todos, ojerosos, desaliñados, pensando subrepticiamente son las seis y cuarenta y siete de la mañana, otro día más.
Muchos van con el dedo metido en la nariz, créanme, acicalándose las fosas nasales, seguros en el anonimato de esta ciudad de tres millones de habitantes, otros acaban el peinado en los cristales, si se puede llamar cristal y si se puede llamar peinado, feos todos, ni un atisbo de belleza a estas horas y no nos importa, ninguna Hipsípila, ningún Jasón. Los guapos no son guapos, los feos se camuflan en la media, todos sin excepción en este madrugón imposible: hay una cosa clara, los domingos, por ejemplo en el rastro o en el retiro, de buena mañana, esa sensación desaparece y la piel reluce, y los alientos alientan a pensar en la belleza que un día no laborable desprende.

lunes, 13 de abril de 2009

Etiqueta de anís del mono

Pasa que en la realidad brotan por pura comparecencia las cosas, así, como lo leen, antes no estaban y ahora sí, y pasa, que muchas de esas veces aparecen por pares de opuestos entidades de diversa índole. Pitágoras lo adelantó en su Dialéctica. En la misma línea, hay otras filosofías, éstas de personas más de andar por casa, que aseguran que los opuestos se atraen o, lo que es lo mismo, que se necesitan para existir, pura filosofía inconsciente y sedimentada con toda seguridad en la antigua Grecia, demos por hecha la herencia.
Pues resulta que ha saltado a la palestra esta última semana un debate muy significativo que pone en primera línea de discusión si un ministro debe o no tener estudios universitarios. Han sido dos los elegidos, uno con bachillerato (pero con la selectividad pasada y retirado del maratón del derecho) y otro metafísico, filósofo. Ahí va el órdago de opuestos, el segundo representando desde la tribuna la teoría expuesta del primer párrafo.
Como así somos los españoles hemos buscado, ahondado más en la falta, en la carencia, en la tara y puesto ante el juez al de la etiqueta de anís del mono, en lugar de dar más importancia a que un filósofo tenga bajo su brazo una cartera ministerial, diría yo que histórico, sin saber el dato. Platón debe estar llorando entre sus cenizas, para él sólo podían gobernar aquellos que conocen el bien y por lo tanto actúan bien, los filósofos, yo lo extendería también a los poetas.
Si un ministro debe o no tener estudios es una discusión harto estéril que yo no la sabría contestar, habrá muchos ejemplos, infinitos, que decanten la balanza al sí o al no, es necesario. Yo me quedo con el mío, mis padres. Ellos ocupan asiento, por edad, en el vagón de los de la etiqueta de anís del mono, hijos de la guerra lo llamo yo, y aunque no sea importante esto de los títulos, para ellos sí lo era, algo así como una perspectiva vital que sus cuatro hijos tuvieran título universitario, un seguro de vida, no una obsesión. Conseguido. Ellos mejor que nadie saben que gobernar un barco sin título universitario (económicamente hablando) es difícil. Es difícil ser presidente de la República independiente de tu casa, aunque con voluntad y mano izquierda todo es posible. ¿Habría dado cartera ministerial la mano derecha a un licenciado sin licenciatura?

martes, 7 de abril de 2009

Conversación robada


Pasean los nuevos novios por la calle Embajadores. Ella, diecisiete años, más experimentada para su edad, según dicen los expertos, la actitud y el cuerpo, toma la palabra.

-Mi padre se ha enterado de lo nuestro y quiere que le cuente. Dice que solo hablamos del tiempo.


sábado, 4 de abril de 2009

Política internacional

¡Ah, que bien!, una reunión del G-20 y España aunando voluntades y atando lazos, ¡si es que el diálogo y el talante son exportables!, y el chupa chups, y Fernando Torres, no te jode. Pero no sé todavía de dónde salen esas voluntades, esas concordias, si el señor del pesoe se enfrenta a todo servidor de su propia patria sin mostrar un ápice de inglés, francés, alemán, blandiendo su castellano de León, para ser exactos Tenemos un president so quiet, aparentemente retraído, tímido, lo dicen los gestos de sus manos, que por no saber qué hacer con ellas las muestra enredadas o abiertas a las lluvias, y silencios y largas miradas cuando se enfrenta a los sarkozys, obamas o los mérkeles, silencios y miradas incómodos desde mi sofá en la segunda edición del telediario. No dice ni mu, no más de un balbuceo; me gustaría escucharlo cuando les habla por lo bajini porque algo les debe decir claro, wan, chu, zri, para que los españoles veamos por el telediario que está allí para algo, que sabe hacer amigos sin traductor en el recreo, que está muy contento, como el señor del pepé en el rancho de Texas. Analogías aparte, el secreto, quizá, esté muy bien guardado y el idioma oficial de estas reuniones sea el español, como el catalán, analogías adentro, era cuando el señor del bigote del pepé se debatía entre bambalinas con los puyoles y los rocas. Secretos de reuniones superimportant para el nuevo orden mundial, jopé, qué cursilada.

lunes, 30 de marzo de 2009

Redes sociales y poesía

Andaba navegando por la red ajeno a mi voluntad una tarde como otras de las que me gustaría pasar escribiendo un poema o avanzando en mi novela. Es complicado, me excuso, porque duermo seis horas o menos al día, trabajo de lector, que conlleva ocho horas de lectura, almuerzo tarde, sobre las cinco, por lo que la digestión se hace pesada, y mi autoobligación, casi obsesiva de escribir a la sobremesa, comienza con ánimo pero se diluye en distracciones culinarias, telefónicas o vista cansada. Aun así tengo buenas tardes.
Recientemente y después de varios meses recibiendo invitaciones para adherirme a facebook decidí inscribir mi perfil en la red social por antonomasia. Desde entonces no he dejado de encontrar páginas y más páginas realmente interesantes. De hecho, hoy mismo he encontrado http://criticadepoesia.blogspot.com/, un blog capitaneado por Addison de Witt, heterónimo “pentacéfalo” de cinco poetas anónimos, que contracritican la poesía que se critica en suplementos culturales de los periódicos de mayor difusión españoles. Y además de que han llegado a influir en la poesía y en los poetas, en vista de la cantidad de comentarios recibidos, de gran retórica expositiva y conocimientos poéticos, hacen autocrítica: creen que no lo han hecho bien, y en la valía o no del blog se centra el debate de su última entrada. Apuesto que entre las más de diez mil visitas mensuales que reciben, seguro está la página en la pestaña de favoritos de editores y críticos, muchos opinan lo contrario. Yo que he llegado el último así lo creo. Hacen falta lugares como estos, sin intereses económicos ni publicidad, movidos por la pasión y la objetividad, para la subjetividad está el establishment. Las personas se encuentran, se miran a los ojos y piensan si la sinceridad debe molestar o no. Alguien habrá por estas redes, acicalado bajo alguna máscara adulando a diestro y siniestro sin razones, no lo dudo. La poesía se aprende, aunque juegue en ella un gran papel la personalidad del poeta, y Addison de Witt a base de construir párrafo a párrafo críticas variadas en matices enseña lo que está en sus diez manos, bien o mal, eso depende, como en todas las esferas de la vida, del receptor.

martes, 24 de marzo de 2009

MICROCKRELATOS Jersey girl/ La chica del jersey

Como la humedad, que ocupa el largo y ancho del espacio que ocupa la ciudad, la música que salía del edificio de Alvarado st encharcaba más de un oído en el desorden de ruidos de Pomona, California. Así se siente Lucy cuando coloca un vinilo de Tom Waits sobre el giraplatos, confortablemente húmeda: sobresale por encima de la cresta de una ola sonora, en el otro extremo del país, Alaska.

Esa misma mañana una furgoneta aparcó frente al edificio. Dos hombres bajaron de ella, uno fumando, el otro mirando el reloj, parecían uno solo. Se adentraron en el portal y aparecieron en la calle algo crispados, debido a la acalorada discusión que aparentaban sostener. Desaparecieron tras la furgoneta y tras el espectro del calor y de la gasolina sobre el asfalto. De repente, desde una ventana de la fachada oeste del edificio un inquilino arrojó un bafle sobre la acera reventando en añicos la caja de reverberancia y el capó de un coche aparcado. A este le sucedieron varios estruendos de otros altavoces más contra el suelo.

Al otro lado del país Lucy empuña las mangas del jersey, lo retuerce cada ocasión que recuerda una promesa, una especie de peregrinación, viajar en autobús a California.

De los hombres que eran uno nunca más se supo. Ni se los relacionó con el acontecimiento de los altavoces. Solo los vi yo.

En Alvarado st cantan varias personas la llegada de su Mesías. Cantan como un palo de lluvia.