lunes, 28 de julio de 2008

Folio en blanco

Folio en blanco que fue este folio. Como la vida, también se llena.
Cualquier amanecer pasado fue peor, las vueltas que giran las noches. Uno crece y de repente ha olvidado la gran mayoría de los momentos que le hicieron feliz o infeliz. Los detalles, las palabras, las personas. Nada de eso importa a nuestra naturaleza del nace, crece, reprodúcete y muere. Dicen que el dolor se encarga de borrar los malos recuerdos y las malas experiencias, pero y las alegrías- ¿habremos tenido tan pocas alegrías?
Pensemos que el folio también se “desescriba”. Leemos de derecha a izquierda un periódico. Consecutivamente todas las páginas. Al final, la numerada con el uno, la portada, queda como el principio y en ella, sobre ella, está el aire en el que las sensaciones humanas desaparecen por completo. El pasado se advierte como inconcluso en un tiempo físicamente infinito. El pasado nunca está completo y por consiguiente no es
nada.

miércoles, 16 de julio de 2008

Mentiras

Estamos acostumbrados a manejar la mentira como a andar por casa en zapatillas de paño. Nos movemos en ella, en su trastienda, unos con el disfraz impertinente del político audaz dispuesto al discurso senequista, a capotazo limpio, un día contra la enjundia de seres molestos, adversarios conocidos del barrio y de las copas, con falta de pedigrí para saber más de lo que se debe, y al siguiente, en oposición territorial a cualquier jefe de recursos humanos que nos menosprecie de no tener un título ‘advanced in english’ para desarrollar las amplias argucias de un puesto de cuentista-comercial de una gran empresa. Sí, nos escondemos entre bambalinas y preparamos una arenga que pretenderá resultar a la par convincente y espontánea, inteligente y evasiva, que se escape de las garras del interlocutor vivita y coleando, asumiendo desde el primer momento los matices con los que los axiomas configuran la realidad. Esta realidad artificial del marketing y la publicidad.
Quién sabe por qué ciencia de supervivencia ahorramos la verdad en un entreverado ejercicio de desconfianza y ocultamiento. Para decir lo que uno no piensa es mejor callar, diría el inventor de refranes que nos dejó el popular ‘en boca cerrada’. No, lo mejor evolutivamente hablando es mentir. Si no que se le cuenten a nuestros padres, dispersos al intentar discernir entre los cuentos chinos y los de calleja, los aprobados en matemáticas o los de historia. ¿Será quizá porque cuando recordamos mentimos y hablar es el simple gesto de recordar lo que hemos pensado, o es la necesidad de nutrir la imaginación con cosas que nunca seremos?

martes, 15 de julio de 2008

Ventiladores

Córdoba. 25 de junio, 22:48 horas. 39º C en plena avenida de las Ollerías. En la calle hay pocas personas caminando, son más los coches que circulan herméticamente cerrados. Una vista rápida a los edificios consolida la imagen anterior de búnker. Los ciudadanos aguantan su particular vía crucis veraniego como mejor pueden. Todas las ventanas están cerradas a cal y canto, y un ruido a turbina que despega de los aparatos de aire acondicionado desplegados como un ejército entre las terrazas, vibra y se acopla al ambiente silenciando a los otros inquilinos del estío, las cigarras. Estos armatostes parecen los teléfonos móviles de los edificios. Cada vivienda con el suyo. Incluso las hay con dos y tres aparatos, uno para la mañana, otro para la tarde y el otro para la noche. Imprescindibles a la espera del toque de queda. De las sirenas que anuncien el repunte máximo de gasto de energía y, a continuación, de los cortes en el suministro eléctrico, ese máximo histórico que nos acerque a la delgada línea entre la energía y la debilidad y nos haga, aturdidos por un sopor familiar, retroceder en el tiempo, pensar en los ventiladores y en las manijas de las ventanillas de los coches, en el seat panda de papá, cuando se celebraba con alegría la huida a la playa o a la sierra, cuando al final conseguíamos dormir aunque fuera en el suelo o en la terraza, el polo flash de naranja y su jarabe derretido, el verano, al fin y al cabo, que muchos de nosotros tuvimos. Mucho antes de que los políticos comenzaran a ejercer de modelos sin corbata. Mucho antes de que el cambio climático comenzara a ser un enunciado gastado en la boca de todo ser vivo deshidratado y en Madrid hubiera menos grados porque tú no estabas.

La hora en punto

Hola a todos, bienvenidos a mi nuevo espacio, a los nuevos y a los que venís desde la belleza del desastre. Este espacio será complementario al anterior, pero en él intentaré, si mi circunstancia y la cafeína lo permiten encontrar otros mecanismos en los que expresarme, por supuesto siempre con la palabra. Estáis todos invitados a darle cuerda al reloj, el tiempo lo ha querido así y espero demostrarme, porque en eso de la voluntad no soy un buen caballo ganador, me pasa porque tengo rachas y me alimento de deshoras y desganas, que los días pasan apoyados en la escritura. Por eso estoy aquí, por ahora diligente, con textos a los que trataré de dar la forma de mi memoria. La hora se acerca y se funde con el espejo de su propia esfera de aluminio mientras el espacio avanza en la medida que ella le otorga, o eso recordaba.