sábado, 4 de abril de 2009

Política internacional

¡Ah, que bien!, una reunión del G-20 y España aunando voluntades y atando lazos, ¡si es que el diálogo y el talante son exportables!, y el chupa chups, y Fernando Torres, no te jode. Pero no sé todavía de dónde salen esas voluntades, esas concordias, si el señor del pesoe se enfrenta a todo servidor de su propia patria sin mostrar un ápice de inglés, francés, alemán, blandiendo su castellano de León, para ser exactos Tenemos un president so quiet, aparentemente retraído, tímido, lo dicen los gestos de sus manos, que por no saber qué hacer con ellas las muestra enredadas o abiertas a las lluvias, y silencios y largas miradas cuando se enfrenta a los sarkozys, obamas o los mérkeles, silencios y miradas incómodos desde mi sofá en la segunda edición del telediario. No dice ni mu, no más de un balbuceo; me gustaría escucharlo cuando les habla por lo bajini porque algo les debe decir claro, wan, chu, zri, para que los españoles veamos por el telediario que está allí para algo, que sabe hacer amigos sin traductor en el recreo, que está muy contento, como el señor del pepé en el rancho de Texas. Analogías aparte, el secreto, quizá, esté muy bien guardado y el idioma oficial de estas reuniones sea el español, como el catalán, analogías adentro, era cuando el señor del bigote del pepé se debatía entre bambalinas con los puyoles y los rocas. Secretos de reuniones superimportant para el nuevo orden mundial, jopé, qué cursilada.

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