martes, 26 de mayo de 2009

Desconfianza ciega

La interpelación me la hago a mi mismo por lo de la desconfianza, por si encuentro la suficiente visibilidad cegadora que me haga arrepentirme, de esas y de otras debilidades de mi ser pequeñoburgués que piensa que todo es de escaparate, atrezo y filmografía, ahí es nada. Y es que más de un ejemplo en estos últimos días me ponen alerta sobre la ceguera de algunas personas ciegas que encuentro a mi paso, valga la redundancia, o la visión de otras presuntamente videntes que no lo son, al fin y al cabo es lo mismo, un engaño. Tras esas gafas interminablemente opacas, los ojos muertos o de cristal o de cocodrilo, he desenmascarado en más de una ocasión en esos rasgos que todos conocemos de los ojos marchitos, a presuntos ciegos sufriendo por la luz aunque no la sufran, mirando una mujer bonita aunque no la vean, parando en un semáforo en rojo de esos que todavía no tienen soniditos. Increíble pero cierto, aunque no les llegué a ver los ojos, hundidos en el pozo de sus cuencas, iban tan campantes, como si con ellos no fueran las dificultades de la vista, como a mí, por ejemplo, que achino los ojos por la miopía o las moscas-pelusas vagan por mi campo de visión. Madrid es así, cualquier persona no identificada aprovecha lo mínimo para beneficiarse, podría ser yo mismo con un bastón, arrastrándolo o con un perro lazarillo arrastrándome. Me inquieta, y lo he soñado repetidamente, que uno de esos ciegos me persiga, que coja un tren y esté allí, que intente despistarlo con un sprint en la próxima esquina y siga allí y que lo único que quiera es que yo vea por él, que le narre el mundo. Me aterra, y en el sueño se saca los ojos de las órbitas y los cambia por los mios para que la narración sea más artificiosa. -Para que veas-me dice antes de que despierte. Escalofríos.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Conversación robada 2

-¿... cuánto?
-Menos de un tercio. Lo veo menos de una tercera parte de lo que lo veía antes y es por tí.
Las rastas de ambos se desenmarañaron. Transcurrido un tiempo, dos, tres, cuatro metros, llegaron a la puerta. Él no se la sostuvo, dispuesto a salir sólo a la calle. ¿Cuánto?, volvió a repetirse para sus adentros. -No se pueden medir los sentimientos...- contestó ella. Por un instante, parecieron dos algas abandonadas y muertas en una playa.

domingo, 17 de mayo de 2009

Su boca

Sus labios eran finos y elegantes, y cuando cerraba la boca correspondía cada milímetro de piel a una variación degradada del color rosa, desde afuera hacia adentro, desde las comisuras hacia la parte central, donde un minúsculo y turgente pliegue aupaba el tacto, tibio e inocente, a otra dimensión superior y menos tangible, el aura de su persona. Es el infinito, le dije, antes de besarla por primera vez. Se llamaba Elizabeth y tenía, también, sobre el labio superior, una herida cicatrizada de la varicela que muchas veces mordía, sobre todo cuando se ponía nerviosa, o estaba esperando o dormía.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Una de detectives

Sigo la pista. Por la tarde hago horas extras de detective privado, ora persigo, ora espío, ora tomo poses de cara a la galería, así, así. De tanto meterme en la piel de Carvalho, de Clouseau, de Gadget he adquirido, ante todo, desconfianza. Las turbulencias del calor sobre el aire, la refracción de la luz en el agua, el sol de frente o incluso un tapón de cerumen en el oído pueden desvirtuar la realidad y ofrecer indicios falsos. Por ejemplo, llegué a la cocacola y a la pepsi por el mismo camino, y a Rajoy y a Zapatero, y al Real Madrid y al Barça, las pruebas me indicaron que eran lo mismo, por lo menos en rasgos generales. Sigo la pista, y escucho una voz, me suena, es en inglés. Parece de Perogrullo, pero nunca, antes del trabajo de detective privado, me había parado a analizar que la gran mayoría de las voces que escuchamos por la radio o por la televisión aparte de las españolas o hispanoamericanas, o éstas traduciendo a las primeras, vienen de Estados Unidos. De Perogrullo también son quienes la enarbolan y usan: deportistas, políticos y artistas (todos pueden vivir bajo la etiqueta de artistas, perdón por los artistas). Uno de ellos, una voz, por encima de otras, por encima de la de Tom Cruise u Ophrah Wimphrey ha sobresalido sobre las olas sonoras. Sigo la pista. Su voz, repetida hasta la saciedad, ha colmado horas y horas de las parrillas televisivas y radiofónicas, y ha sido transcrita a los periódicos y a las banderas y las camisetas, y aún se sigue repitiendo…la hamburguesa. Parece que no, no, no, aunque me desmientan periodistas enamorados, él es guapo, es seductor, es convincente. Lo objetivamente detectivesco es que tiene una gran voz, la escucho, la escucho, y me parece la de Bush, la del pequeño, parece mentira, pero es una prueba irrefutable, y la otra es que Obama es presidente de los Estados Unidos, nada más y nada menos, con lo que todo eso conlleva para los demás, razón única por la que Miguel Marzo me ha contratado para que lo persiga.

jueves, 7 de mayo de 2009

Minipisos

Entré y ya lo había visto, un plis plas somero, parco, breve, frugal, no encuentro la palabra, diría por ejemplo para totalizar, pequeño, en palabras del casero, recogido, coqueto, independiente, y creí que había dicho pendientes, estaba por ahí pensando si podía meter el piano de isa, el ordenador, los libros, la bici… ¡pendientes, pendientes! ¿Encima me tengo que quitar los pendientes? –Sí-me dijo- es probable que te enganches en el gotelé, está un poco rudo y sobresale, quizá te quite un metro cuadrado a la superficie total construida. Sí, el casero había dicho pendientes, y que me los tenía que quitar en el caso que quisiera pasar al baño sin tener ningún accidente, y así poseer alquilados 20 metros cuadrados en lugar de 19. Por quinientos y pico euros.

domingo, 3 de mayo de 2009

De puentes

Efectivamente los puentes están para cruzarlos, se tienden los puentes desde una orilla a otra, desde un monte a otro, desde una país a otro: la amistad y el mar están llenos de puentes. Desde su balcón, porque los puentes se levantan para admirar paisajes rotos por la erosión de los rios o antiguas glaciaciones, nos asomamos y permanecemos en ellos como gatos, mirando mitad adormilados hacia el frente, viendo como el sol cae antes de bajar el telón estrellado de otras dramatizaciones.
Pero los puentes tienen otras utilidades y circunstancias adheridas: sobre ellos, bajo ellos, y a través de ellos. Sobre los puentes de las autovías, estos menos paisajísticos, miles de aficionados domingueros comen pipas a la espera sonora de las motos gepés en su vuelta de Jerez. Caballos metálicos con uno o dos jinetes.
Otro lugar está debajo del puente, espacio residual donde se van a a vivir los sin techo o los con hipoteca acumulada. Duermen bajo ellos los nuevos cavérnicolas retratados en los periódicos.
Para finalizar, lo hacemos a través de los puentes. Hay una fobia, que nombra Roberto Bolaño en 2666, que es el miedo a cruzar los puentes, la gefidrofobia. Las personas los cruzan a toda prisa por miedo a que este se caiga, es más fácil creo yo, que te caiga una maceta en la crisma, pero bueno, para eso es una fobia. Unos y otros van con casco de seguridad, por si la catástrofe. Centuriones a la espera del cataclismo, avisados por algún Nostradamus.

Tanto los de arriba, como los de abajo, como los que lo atraviesan con o sin miedo, intentamos pasar lo mejor que podemos el domingo de puente vacacional.